sábado, 23 de febrero de 2008

Adolescencia, sexo y alcohol


Sí, mi kapuyito de alhelí, cuánta razón tienes,a estos artistas hay que zurrarles bien, que se les bajen los humos, ¿qué se creen, mejores que los demás? Sí, tenemos que desenmascararlos, que todo el mundo sepa que se chupan las pollas entre ellos, por eso solo hablan bien de sus libros (por eso y porque no los lee nadie más). Como muestra un botón, Iñaki Echarte, en su blog Extraño en md, hace una reseña de La polla más grande del mundo. Pues bien, este tipo también estuvo en la presentación de Madrid, y antes ya publicó en su revista a Patxi. Eso sí, al menos no era un gorrón, se compró el libro, según me cuenta el chivato que infiltré en el acto, y no era como los demás, no anduvo faranduleando, llegó, vio la cosa, compró el libro y se fue. Y después escribió esto. Un tío como dios manda, Iñaki.
Lo que no acepto, en lo que no te doy la razón, kapuyito (lo pongo así, como tú, una deferencia por ser, aunque algo paleta, la única que hace comentarios en este blog) es en lo de la regularidad de las entradas al blog. En mi blog yo hago lo que quiero, no te jode, no voy a permitir que me convierta en su esclavo, soy un espíritu libre y una polla dura. De todos modos, igual detrás de esta va otra entrada en la que reanudo mis aventuras por la Habana, por si te apetece hacerte otro dedo con ellas.

La polla más grande del mundo y otros 69 cuentos. Iñaki Echarte

Detrás de un titulo con doble sentido siempre suele haber sorpresas. La polla más grande del mundo y otros 69 cuentos (Baile del sol, 2008) demuestra que el cerebro humano siempre tira hacia el asunto sexual. En este libro del navarro Patxi Irurzun hay adolescencia, sexo y alcohol.
Pero también hay chistes, cartas al director y leyendas urbanas; hay humor, mucho humor. Y aún hay más mucho más de lo que se desprende por el titulo. Hay que dejarse llevar. Porque entre todo ello emerge la poesía, la belleza.

“Nevaba. Caían millones de copos blancos y ninguno igual. Como las personas. Unos eran enormes y majestuosos; otros diminutos, casi invisibles. Unos caían sobre la hierba o los tejados, donde eran bellos, otros sobre los estercoleros y el fango, mezclándose en una horrible amalgama grisácea. Y., como las personas, un día desaparecían todas, aun que unos fueran grandes y blanquísimos y otros chiquititos y
oscuros. Desaparecían sin remedio.”

Los personajes viven en un mundo sin esperanza, “un holocausto en miniatura”. Por allí desfilan personajes como Janis Joplin, uno de los mejores cuentos del libro, Adolf Hitler en su bunker, el Cojo Manteca jugando al ajedrez en Pamplona, mezclados con personajes anónimos. El autor avisa en la contraportada que el libro no es una autobiografía, sin embargo en uno de los cuentos el narrador dice: “vi con claridad
nuestro futuro […] a mí, en medio de los dos, mirando a mi alrededor y contando lo que veía mientras decidía hacia que lado del camino echaba a andar”. Esa capacidad de observación hace que los protagonistas de los cuentos sean diferentes, y que la visión del mundo y de la sociedad sea amplia y representativa.
Además, y personalmente, es un placer encontrar literatura en la que los rincones de tu ciudad te sorprendan entre las páginas. Y como buen pamplonica he sonreído al reconocer el Club Tenis, la Plaza de Toros y demás.
Los relatos, que nunca superan las tres páginas, son perfectos para hacer mas agradable, ese trayecto diario entre el trabajo y casa.

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