viernes, 28 de diciembre de 2007

¿Feliz navidad?




Este de ahí arriba es un viejo compañero de batallas y folleteo (remunerado), al que conocí durante mi etapa neoyorkina. Se llamaba Klaus Chamberlain y era la gran esperanza blanca del porno, el relevo natural de John Holmes. Su polla pudo haber llegado mucho más lejos que la del malogrado actor (que ya es decir), de hecho ya llegaba más lejos, en reposo y en erección, y no había garganta lo suficientemente profunda para él, pero Klaus prefirió imitar a Holmes más en sus excesos politoxicomanos y sus atracones de hamburguesas, que en sus records genitales (la leyenda habla, ya sabéis de 14.000 mujeres de bandera – y algunos hombres- a las que Holmes les tomó la medida con sus 35 centímetros).
A Klaus, por su parte (o por sus partes) le dio por la priva, y así acabó. La foto la tomamos unas navidades, después de un rodaje en el que Chamberlain tuvo un gatillazo descomunal. No hubo manera de levantar aquel monstruo adormecido por el acohol, ni siquiera lo consiguieron las más expertas lenguatrices, que a menudo, en el mundo del porno, quedan tras los focos, a pesar de su destreza, marginadas por unos pelos en el bigote de nada, o unas cartucheras que no dan nada bien en pantalla, ni siquiera en las películas amateur. Ya sabéis, esas chicas feuchas pero alegres y sobre todo habilidosas, auténticas artesanas de la saliva, que levantan el ánimo a las estrellas del porno fuera de cámara.
El caso es que mi amigo Klaus Chamberlein y yo estuvimos bebiendo como cosacos para curar nuestras penas y acabamos tirados (él antes que yo) en ese establo, el mismo en que unas horas antes Janis, mi negrita, se lo había hecho con un semental. Desde entonces nada fue lo mismo entre nosotros dos. Y desde entonces, todas las navidades, uso la foto del pobre Klaus como felicitación navideñas.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Mac Polla brinda por la guerra nuclear




Sí, ya lo sé, he estado unos días desaparecido, y eso en un blog no se hace (el caso es que, es curioso, mientras no he escrito nada las visitas se han multiplicado). Pero contra el trancazo no hay nada que hacer. Justo he tenido fuerzas para conectarme y descargar todo el correo basura que recibo cada día, que si me alargue el pene, que me lo engorde, que si hoy la Viagra está a tanto... Un respeto, joder, que soy una vieja gloria del porno. En fin, todavía ando algo renqueante (mi termómetro, apenas tres o cuatro erecciones a media asta al día, y dos de ellas del gustirrinín de tomarme un vaso de café a la temperatura justa), pero antes de reunir las fuerzas necesarias para volver a la carga y contaros mi aventurita en la Habana (mi primera escena en una peli: Mac Polla se tituló, y arriba os pongo la foto de una de las escenas) quería deciros que por fin está en las tiendas (yo al menos ya lo he visto en alguna librería) la mierda esa de libro de Patxi Irurzun, el impostor. Lo mío es puro masoquismo, ya se que en el fondo le hago una promoción de la hostia (una hostia es lo que le debería dar, al ababol ese), pero, oye, en el fondo el que sale en la foto de la solapa, me reitero, soy yo, Dick Grande, y me hace ilusión que la gente me mire, que las chicas elucubren con lo que hay bajo ese billete de 20 que cubre mi blakandeker, que imaginan que lo retiran y como en una caja sorpresa, salta, erguida y orgullosa, mi herramienta, algo traviesa, con el corte del glande esbozando una sonrisa.
Bueno, el caso es que he visto que Patxi ha colgado durante estos días de tiritonas y pájaros carpinteros en la cabeza, un cuento de La polla más grande del mundo en internet y yo lo pirateo y lo copio aquí, por si alguien quiere leerlo y convenir conmigo en que es solo una mierda pinchada en un palo. Ahí va.